Entonces, tu hablas del tracking y yo de la mezcla y masterización. En todas esas fases hay que usar todo lo que tengas 24 bits, 32 o los que sea, por cuestiones aritméticas, entre otras cosas.
Si sumas la distorsión de los conversores ADC, de los procesos digitales de mezcla y masteriazión, la del conversor DAC, la del amplificador y la de los transductores no quedan ni 24 bits, ni 20, ni 16. Si oyes 13 tienes un gran equipo, por debajo solo hay ruido. A eso le agregas la psicoacústica y comprendes que aac 256 sea el codec que usa Apple: está bien dimensionado y proporcionado.
El producto final de 16 bits si se han hecho bien el downsampling a 44.1 y rebaja del wordlength a 16 ha de ser indiscernible del premaster de 24. Salvo que seas un ingeniero como Bob Ludwig en un estudio de masterización de primera clase.
Y esto es lo que acredita la Audio Engineering Society en diversos estudios al respecto, documentados y accesibles a cualquier interesado por una modesta tarifa: nunca nadie dió ni una con ojos vendados. Por algo será.
Si un tipo discrimina en un test ciego un programa de 16 bits del programa de 24, cosa que aún no se ha documentado, es porque la rebaja de bitdepth se hecho mal, más de una vez, antes de tiempo y/o con un mal programa.
Por eso no comprendo el ansia de los 24 bits para un mero oyente. E incardino ese afán en el placebo y el desconocimiento. Y en la tabarra que da la industria, que siempre trata de vendernos dos veces la misma cosa.
Y cuando el rango dinámico del material de 24 bits es de 8 decibelios, como pasa en todos los HD Tracks de discos contemporáneos, directamente toman el pelo al aficionado, al que en, este sector, le llueven por todos los lados. Todo el mundo le quiere meter la mano en la cartera, y se aplica a ello con un denuedo degradante para la condición humana.