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Con Twitter en la cama

Iniciado por musicalia, Octubre 27, 2010, 17:32:08

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musicalia

Hola:
He encontrado un artículo en el periódico de mi región sobre los fanáticos de los gadgets.
Lo he escaneado pero me ocupa 1,9Mb así que buscando lo he encontrado en la red, dónde si no.
Aquí tenéis una parte  ;).

Saludos

http://www.lasprovincias.es/v/20101027/gente/twitter-cama-20101027.html

Con Twitter en la cama
Christian Pérez y su mujer están sentados a uno y otro lado de la mesa de su salón frente al ordenador. Se mandan mensajes por Twitter.

Christian Pérez y su mujer están sentados a uno y otro lado de la mesa de su salón de Avilés (Asturias), embrujados ante la pantalla de sus dos flamantes portátiles Macbook. Se mandan mensajes por Twitter, se responden, chatean entre ellos en silencio, aunque sólo les separa un metro de distancia. ¿Están enfadados? No, son una pareja normal que se divierte con las redes sociales, un ejemplo de los miles de 'adictos' a los gadgets que pueblan el mundo, hiperconectados a la alta tensión de la red por medios de un arsenal de aparatos en los que gastan un dineral.
El culto al gadget les trae de cabeza. Se lo compran todo y todo lo utilizan. Christian -35 años, responsable de promocionar en la red una empresa asturiana- comenzó su carrera tecnológica cuando hace doce años se hizo con una Palm 3X, un cacharro antediluviano si se compara con los teléfonos de ahora. Una joya, entonces. Y fue a más. Tuvo otras cuatro PDA y luego pobló sus bolsillos con una ristra de cacharros que ni siquiera recuerda. Christian se ha convertido en uno de los 'gurús' tecnológicos. A fuerza de amar los teléfonos, se hizo especialista en ellos: «El mejor de todos, sin duda, ha sido el iPhone». Ahora conserva dos de esos teléfonos de Apple, un iPod Touch, un Macbook (y otro para su mujer) y un iPad.
No los guarda en un cajón. La mayor parte del tiempo están en sus manos. Consulta el correo y las redes sociales en el móvil, sigue retransmisiones televisivas por la calle desde el iPhone, ve películas, series y demás en la pantalla de sus portátiles... En su casa hay de todo, salvo una televisión de pantalla plana. No usan la 'caja tonta' desde hace años; no la necesitan, todo está en la red. «Por la noche, lo último que se ve en nuestro dormitorio son las dos luces de nuestras pantallas moviéndose en la oscuridad», admite @doctor_camus (su alias en Twitter). Antes de echarse en brazos de Morfeo sucumben a los encantos de la santísima trinidad digital: Facebook, Twitter y Spotify, el programa de moda para escuchar música.

Desde por la mañana
Por la mañana, lo primero que toca Christian es su teléfono. «Primero, para apagar la alarma del despertador». Antes de poner un pie en el suelo, revisa correos, noticias, su cuenta de Twitter y la de Facebook. El donostiarra Jose Mendiola tiene la misma costumbre. No lo puede dejar: «Si me levanto con prisa y no puedo mirar el correo, el Twitter y mis artículos publicados, me siento mal. Como si hubiese algo que tenía que hacer y no he hecho», asegura este empresario y redactor de uno de los blogs tecnológicos de más prestigio, Engadget. Cada día, se repite la ceremonia. «Desayuno con el iPad viendo las noticias, desbrozo la bandeja de entrada del correo electrónico... Cuando llego a la oficina, ya me he quitado de encima muchos mensajes y así sé lo que me espera», comenta Mendiola, que cuando regresa a casa después del trabajo deja los kilobytes por unas horas. En ese momento, los 'followers' -seguidores en el lenguaje Twitter- más importantes son sus hijos y su mujer, y el móvil queda aparcado en una estantería. «Soy para ellos, nada más».

«Mi mujer está desesperada»
Después de la cena, sigue la batalla. Frente al televisor, el rey es el iPad que Mendiola, de 40 años, consiguió antes que nadie en Estados Unidos. La tableta para todo que marcará «un hito cultural» es su último trofeo después del iPhone, el iPod, la cámara de fotos, el gadget iplus de Nike para controlar los ritmos de la carrera con el iPod y hasta un Navaztag, un simpático conejo que recita cada mañana correos electrónicos, noticias y demás. Su mujer, Virginia, está «desesperada».
Su marido no es un loco. El mundo cambió con la invención de la rueda, la pólvora e internet, entre otros hitos. En los últimos años, ha mutado de nuevo: «Ya no hace falta sentarse al ordenador para acceder a internet». La sentencia es de Mendiola, juez y parte del asunto, pues es consumidor acérrimo y al mismo tiempo uno de los gurús de las tendencias tecnológicas en España. La clave reside en que hace unos años, todo estaba en nuestro ordenador de sobremesa, portátil para algunos tipos con suerte. «Hoy todo está en la 'nube'». Así se le llama a la tormenta de aplicaciones y datos que funciona desde los servidores de la red, no en el ordenador de cada cual. Para acceder a ella basta un gadget que cabe en la palma de la mano.
Un teléfono ya no sirve sólo para llamar, sino que representa un cordón umbilical con la realidad que tiene que estar transportando continuamente datos. Representa, además, un objeto atractivo de por sí, como un complemento de moda, sobre todo para los 'early adopters', los que tienen que tenerlo todo antes que nadie. Álvaro Paricio Ruiz Belloso es uno de ellos. Consiguió el iPhone en 2007 mucho antes de que llegara a España, en el Apple Store de la Quinta Avenida de Nueva York, la Meca de los adictos a la tecnología o 'geeks'. «No es que quiera fardar, pero necesito saber cómo es el gadget», explica este comunity manager de Valencia de 26 años. A fuerza de probar máquinas, se hizo un experto. Su experiencia preferida es lo que sucede cuando llega a su casa un nuevo aparato. Se para el mundo. Lo filma todo: «Abro el 'packaging', estudio cómo viene envuelto, lo pruebo, hago fotos y vídeos. Es mi momento. Me encierro en mi cuarto, no quiero que me molesten».






blogoblo

Por más que intento alejarme un poco de ese rollo de la hiperconexión, la verdad es que no recuerdo la última vez que pasé un día completamente en blanco. Y cuando casi lo consigo, siempre hay algo o alguien que me recuerda que no me aleje mucho.

Buen artículo. Da que pensar...