Tidal lo lleva mal si sigue empeñado en ofrecer el catálogo de clásicos (en general, no hablo de música clásica) en MQA en lugar de PCM lossless. La gente se va a ir pasando a Amazon, Apple, Qobuz, Deezer o cualquiera que dé calidad lossless a mejor precio. También pueden mejorar sus ofertas, pero no parece que tengan muchas ganas. Pagar a Meridian por la licencia de MQA debe salirles caro.
La alta resolución tiene sentido para un mercado microscópico comparado con la mayoría de consumidores que están en Spotify, Tidal (y les da igual MQA y hasta piensan que suena mejor), el iTunes de Apple--la pepla de años que ha estado ofreciendo AAC sin rubor-- o Amazon music. Poco a poco hay un aumento de la gente que aprecia que lossless suena "mejor" que lossy, pero dudo que eso sea el factor que les haga abandonar Spotify o Youtube por algo más caro.
Estamos de acuerdo en que el sistema de streaming para los creadores y los músicos es una tomadura de pelo, comparado con el nirvana que vivieron de mediados del siglo pasado hasta la primera década de éste. Antes de existir la grabación de sonido los músicos vivían de componer y publicar su música escrita y de actuar. Tampoco pasará nada grave por volver a eso, igual que aumenta brutalmente el número de músicos, aumenta el de oyentes. Lo que cambia es que un músico mediocre que en los 80 daba un pelotazo con un tema y se ganaba en meses el sustento de toda una vida, ahora tendrá que mejorar y llevar un tren de vida acorde a sus méritos y capacidades, trabajando con constancia y regularidad. No es que me suene injusto, francamente.
La música, como actividad y negocio, se va a dividir en dos bloques, no necesariamente enfrentados, al igual que otras muchas variedades de lo que hemos dado en llamar arte. Por un lado existirá el producto para consumo irreflexivo e insensible, que tristemente es el grueso de lo rentable para las grandes compañías, y por otro lado tendremos el fruto de la sensibilidad y talento de artistas que buscan interactuar con seres humanos igualmente sensibles, que por desgracia es el que aprecia una minoría de esos seres humanos. A veces surgen artistas cuya obra es rentable para ellos y para alguna compañía. Parece que cada vez menos. Pienso que hubo un tiempo en el que los mejores eran los que triunfaban económicamente y eran rentables para los que creían en ellos, pero eso ya ha pasado, es historia que día a día va siendo más antigua. Como nosotros.
La alta resolución tiene sentido para un mercado microscópico comparado con la mayoría de consumidores que están en Spotify, Tidal (y les da igual MQA y hasta piensan que suena mejor), el iTunes de Apple--la pepla de años que ha estado ofreciendo AAC sin rubor-- o Amazon music. Poco a poco hay un aumento de la gente que aprecia que lossless suena "mejor" que lossy, pero dudo que eso sea el factor que les haga abandonar Spotify o Youtube por algo más caro.
Estamos de acuerdo en que el sistema de streaming para los creadores y los músicos es una tomadura de pelo, comparado con el nirvana que vivieron de mediados del siglo pasado hasta la primera década de éste. Antes de existir la grabación de sonido los músicos vivían de componer y publicar su música escrita y de actuar. Tampoco pasará nada grave por volver a eso, igual que aumenta brutalmente el número de músicos, aumenta el de oyentes. Lo que cambia es que un músico mediocre que en los 80 daba un pelotazo con un tema y se ganaba en meses el sustento de toda una vida, ahora tendrá que mejorar y llevar un tren de vida acorde a sus méritos y capacidades, trabajando con constancia y regularidad. No es que me suene injusto, francamente.
La música, como actividad y negocio, se va a dividir en dos bloques, no necesariamente enfrentados, al igual que otras muchas variedades de lo que hemos dado en llamar arte. Por un lado existirá el producto para consumo irreflexivo e insensible, que tristemente es el grueso de lo rentable para las grandes compañías, y por otro lado tendremos el fruto de la sensibilidad y talento de artistas que buscan interactuar con seres humanos igualmente sensibles, que por desgracia es el que aprecia una minoría de esos seres humanos. A veces surgen artistas cuya obra es rentable para ellos y para alguna compañía. Parece que cada vez menos. Pienso que hubo un tiempo en el que los mejores eran los que triunfaban económicamente y eran rentables para los que creían en ellos, pero eso ya ha pasado, es historia que día a día va siendo más antigua. Como nosotros.